Vida en el Universo
INTRODUCCIÓN
La vida, una forma de materia exuberante, bulliciosa y gregaria, cualitativamente diferente a las rocas, el gas y polvo, pero formada por los mismos componentes, por los mismos elementos que se encuentran en todas partes.
Es muy difícil definir la vida en términos absolutos. Se dice que la vida se reproduce, que consume energía, que se adapta. Algunas formas de vida han creado grandes redes centrales de procesamiento. Por lo menos en una ocasión, la vida ha cobrado profunda conciencia de sí misma.
Esa misma vida plantea una gran interrogante ¿Hay vida en el resto del Universo?
Es el misterio científico más tentador y difícil de resolver. Con instrumentos como el telescopio espacial Hubble, se han descubierto gran número de cuerpos cósmicos y, aún así, sólo saben de un planeta habitado, el nuestro.
Todos planteamos diferentes suposiciones, científicos como Frank Drake y Carl Sagan calculaban el número de civilizaciones tecnológicas tan sólo en nuestra galaxia, el mismo ascendía a un millón en un caso y en otro a diez mil.
El investigador J. Oro, calculaba que la galaxia está salpicada de cientos de civilizaciones. También existen los escépticos como Zuckerman, astrónomo de la Universidad de California, en Los Ángeles, que piensa que bien podríamos estar solos en esta galaxia, por no decir en el Universo.
Todos los cálculos son especulativos. No existen pruebas contundentes de que exista la vida fuera de la Tierra.
Si existe vida en otra parte del Universo, nos enfrentaremos a un problema, no sabemos nada sobre esa forma de vida. Ignoramos por ejemplo si su estructura se basa en átomos de carbón. Desconocemos si necesita un medio líquido o ciertos gases.
A pesar de las incertidumbres, la vida fuera de la Tierra se ha convertido en un campo de investigación científica cada vez más fascinante. A este campo de investigación se le conoce como exobiología, astrobiología o bioastrono-mía
Por lo que sabemos el Universo puede estar lleno de planetas.
En los años noventa se encontraron organismos que se desarrollaban en medios extraños y hostiles en nuestro propio mundo. Si los microbios pueden vivir en los poros de una roca enterrada en las profundidades o en la orilla de un manantial hirviente, entonces un lugar como el planeta Marte podría parecerles un lugar no tan despreciable.
En estos momentos estudiamos con detalle el planeta Marte. En los años venideros, también se investigará a Europa, una de las lunas de Júpiter. Ese lugar ofrece muchos indicios de la existencia de un océano bajo su superficie y es posible que albergue una biosfera oscura y fría.
La búsqueda de un microbio extraterrestre se complementa con el afán constante por encontrar algo grande, inteligente y comunicativo.
El Universo parece habitable. Si el Universo contiene vida en abundancia, no es factible que esa vida permanezca para siempre en el reino de lo desconocido.
Establecer contacto con una civilización extraterrestre sería un suceso que marcaría un hito y cuestionaría las ideas establecidas, aunque los exobiólogos se conformarían con descubrir un fósil diminuto, un pequeño vestigio de bioquímica extraterrestre. Un simple ejemplo, un dato que complemente lo que ya conocemos sobre la vida.
Si esto ocurriera se comenzaría un largo proceso para colocar al humano en su verdadero contexto cósmico.
Los científicos descubren organismos que se reproducen en ambientes hostiles para el ser humano, pero esenciales para ellos. La imaginación se debe expandir más allá de lo conocido.
La posibilidad más tentadora es que el Universo esté lleno de vida y que la encontremos en los próximos siglos. El optimismo de la exobiología se basa en el conocimiento de los seres vivos, que están formados principalmente de hidrógeno, nitrógeno, carbono y oxígeno: los cuatro elementos químicamente activos más comunes en el Universo.
La composición esencial del humano, es la misma que el resto del Universo. Como Carl Sagan afirmaba, el árbol y el hombre tienen un origen común, no sólo somos “hermanos” de los demás seres vivos del planeta, sino también de las rocas, el agua y de cuerpos celestes que se encuentran a millones de años-luz de nosotros.
Los ecosistemas en funcionamiento no dependen exclusivamente de la luz solar o de la fotosíntesis.
A principios de la década de los noventa, los investigadores encontraron que en la roca basáltica de las profundidades del estado de Washington abundan microbios totalmente aislados del mundo fotosintético. Hay formas de vida todavía más complejas que se adaptan a medios hostiles.
Existen temas asociados con la búsqueda de vida fuera de la Tierra, como por ejemplo los O.V.N.I.s. Después de investigar sobre objetos voladores no identificados se llega a la conclusión de que no es posible ganar una discusión sobre el tema. Los creyentes de corazón y los escépticos rara vez cambian de bando. Sin embargo, es justo decir que los extraterrestres en platillos voladores carecen de importancia científica.
Muchos científicos no se preguntan por qué los extraterrestres rondan la Tierra en naves, más bien se preguntan por qué no lo hacen.
La raza humana podría, en teoría, colonizar la galaxia en alrededor de un millón de años; si esto es posible, otras civilizaciones más antiguas ya podrían estar viajando por nuestra galaxia.
Como dato importante recordemos que la estrella más cercana, más allá del Sol está a poco menos de 40 billones de kilómetros.
Hace más de dos mil años, el filósofo griego Metrodoro de Chios escribió: “No es natural que en un campo tan vasto sólo haya una vara de trigo, y en el Universo infinito sólo un mundo con vida”. Hace unos cuatro siglos, Giordano Bruno murió quemado en la hoguera en parte porque creía que existían otros mundos habitados en el cosmos.
Los biólogos comenzaron a detectar organismos en ambientes terrestres tan exóticos que encontraron un nuevo motivo de inspiración para volver a ver el resto del Sistema Solar como un lugar potencialmente habitable. También descubrieron indicios de que la vida había aparecido en la historia de la Tierra antes de lo pensado. Quizás cuando aparecía la vida en la Tierra, Marte fuera un planeta mucho más apropiado para la vida como la conocemos de lo que es ahora.
Si la vida se originó de procesos naturales en la Tierra, entonces lo mismo podría haber ocurrido en otros mundos. Y, sin embargo, cuando observamos el espacio sideral no encontramos un ambiente lleno de vida. Podemos ver planetas y satélites donde la vida como la conocemos no podría perdurar; parece que hay muchas más formas de convertirse en un planeta desolado que en uno con vida.
Nuestro planeta se encuentra en una zona reducida del Sistema Solar, con la temperatura justa, a la distancia exacta del Sol para que el agua esté en la superficie en estado líquido. También debemos recordar que existen otras muchas condiciones que hacen que la vida prospere en nuestro mundo.
La búsqueda de vida extraterrestre es en cierto modo, la búsqueda de límites a la aparición de la vida o la evolución de organismos complejos.
En 1960, un astrónomo estadounidense llamado Frank Drake se convirtió en la primera persona en realizar observaciones en las ondas de radio para detectar señales de civilizaciones extraterrestres tecnológicamente avanzadas. Presentó una guía de cómo analizar la probabilidad de detectar vida inteligente y partió de la velocidad con que se forman las estrellas y el número convencional de planetas para terminar con la longevidad de las civilizaciones.
Viendo los factores de izquierda a derecha (N=R* fp ne fl fi fc L) saltan a la vista casi de inmediato algunas incógnitas muy importantes. El único factor que se entiende bien, R* , nos indica el número de estrellas. Hay que decir que existen más de cien mil millones sólo en nuestra galaxia, quizás hasta 400 mil millones. El segundo factor, fp, la fracción de estrellas con planetas, hoy en día se estudia bastante pero el equipo de detección sólo encuentra planetas sumamente voluminosos. Estos cuerpos gigantes no son como la Tierra. Muchos de los planetas fuera de nuestro Sistema descubiertos hasta ahora pudieron haber migrado hacia la estrella precursora con el tiempo, con la consecuente destrucción a su paso de planetas rocosos parecidos a la Tierra.
El rastreador Terrestre de Planetas podría ayudar a resolver el siguiente factor de la ecuación, ne (el número de planetas con ambiente habitable), e incluso ser capaz de deducir cierta evidencia del siguiente factor, fl (la fracción en la que se ha originado la vida).
Incluso en la Tierra, el origen de la vida es un tenaz misterio. Si lo analizamos, la vida es un evento muy poco probable. Ninguno de los principios de la materia sostiene que la materia debe transformarse en vida por sí sola.
Nadie puede asegurar que la vida requiera agua, aunque parece ser lo más probable y es sin duda el caso de la Tierra. El agua en estado líquido puede ser muy escasa en el Universo, pero otro supuesto ingrediente para la vida, las moléculas orgánicas, las formadas principalmente de carbono, son bastante comunes.
El factor fi, es la frecuencia con que la vida evoluciona a una condición “inteligente”. Existen diversas posiciones sobre el origen de la inteligencia. Algunas personas sostienen con apasionamiento que la vida extraterrestre no se parece en nada a nosotros, y otros piensan que la biología de la Tierra quizás sea un ejemplo de lo que existe fuera de ella.
Lori Marino, psicobióloga de la Universidad de Emory, señala que todo parece indicar que el cerebro de los delfines aumentó considerablemente de tamaño en los últimos 35 millones de años, hecho que podría compararse con la cuadruplicación del tamaño del cerebro de los homínidos en los últimos millones de años. Según los cálculos de Lori Marino, pueden encontrarse contrastes enormes en la capacidad intelectual de las criaturas que habitan en otros planetas del Universo. Su posible desarrollo tecnológico y como civilización puede ser muy diferente al nuestro, quizás otros seres no lo tuvieron
Es cierto que los datos disponibles son escasos, y que sigue siendo territorio para filósofos y teólogos, entre otros. Por ejemplo cuestiones cómo: ¿Qué quiere decir “inteligente” ? Cuando nos preguntamos si estamos “solos”, en realidad lo que queremos saber es si existen otros seres en el Universo que se parezcan mucho a nosotros en los aspectos fundamentales. Idealmente buscamos seres que se comuniquen, el factor fc.
Sin duda existen tareas importantes de las cuales ocuparnos, además de buscar tratos con otras civilizaciones en nuestra galaxia o fuer de ella.
Encontrar vida fuera de la Tierra es importante, pero primero la vida debe sobrevivir en este planeta. La longevidad de las civilizaciones es el factor final de la ecuación de Drake, la inquietante letra L. Los seres humanos, como los conocemos han habitado la Tierra apenas 125 mil años, más o menos. Quizás nuestro cerebro no sea una ventaja. Cometemos errores. Devastamos nuestro mundo, envenenamos sus aguas, contaminamos el aire, destruimos otros seres.
Tenemos que lograr que la L (longevidad de las civilizaciones) sea lo más prolongada posible.
Aunque encontremos vida inteligente fuera de nuestro planeta, puede que no sea lo que estamos buscando.
El gran momento del encuentro tal vez sólo nos recuerde que lo que debemos desear encontrar es una mejor versión de nosotros mismos.
“Una vieja convicción mía es que cuando se ha eliminado lo imposible, lo que queda, aunque improbable, tiene que ser cierto.” (Frases favoritas de Sherlock Holmes, del cuento La aventura de la diadema de berilo de Arthur Conan Doyle)
Bibliografía recomendada para el tema:
* Heidmann J. “La vida en el Universo”. Alianza, Madrid 1993.
* Fernández J. A. “Vida y Cosmos, nuevas reflexiones”. Dpto. de publicaciones, Facultad de Ciencias de la Universidad de la República, Montevideo 1995.
* Sagan C. “Cosmos”. Planeta, Barcelona 1981.
* Drake F. y Sovel D. “¿Hay alguien más en el Universo?. Javier Vergara, Buenos Aires 1993.
& Cairns – Smith A. G. “ Siete pistas sobre el origen de la vida. Una historia científica en clave detectivesca”. Alianza, Madrid 1990, (Edición original de Cambridge. Univ. Press, 1985).
& Solomon, Berg, Martin, Ville. “Biología de Ville”. Nueva Editorial Interamericana, 3era. Edición 1996.
& Orgel L. “The origin of life on Earth”. Scientific American 271, p. 52 – 61 E.E.U.U. 1994.
& Calvin W.H. “Aparición de la Inteligencia”, Investigación y Ciencia, diciembre 1994.
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